jueves, 21 de abril de 2011

Dalí y los 60 hijos de San Luís

El otro día estuve en el Museo Dalí de Figueras. No es que me pillase de paso ni que me hubiesen regalado la entrada. Lo hice por iniciativa propia. Viajecito en coche. Noche de hotel. Y 12€ en el bolsillo para costear la entrada.
Estando en la cola. Justo cuando me tocaba sacar la entrada. El plan se tambalea hasta los mismísimos cimientos. Aparecen unos 60 adolescentes. Más tarde descubrí que eran gabachos. Bueno. Gabachos e imbéciles. Que no siempre es incompatible. En el país vecino también los hay. No nos iban a tocar todos a nosotros.
Podéis imaginar el percal. Lo que se suponía una tranquila mañana inmerso en la obra pictórica de Dalí. Se convirtió en una tortura de dos pares de cojones. El museo no es extremadamente grande, así que me iba encontrando con chavales por todas las salas. Contándose sus cosas, jugueteando, incluso hubo alguna que otra carrerita al estilo “pilla-pilla”. Ni la mismísima cripta respetaron.
La actitud del atajo de entrañables mamoncetes es entendible. A ellos les importa una mierda Dalí y la madre que lo pario. En esa edad están en otros temas. Todos hemos pasado por ahí. Así que es hasta disculpable. Con la Costa Brava a tiro de piedra, les hacen pasar la mañana en un museo!! Es para mosquearse.
Lo crudo del asunto. Lo que da rabia. Es que las dos o tres monitoras que les acompañaban se empeñaran en hacernos pasar al resto de visitantes por el trance. Si sabes de antemano que la actitud de los muchachos no va a ser la correcta. Y además le sumas, que les importa un carajo lo que les estás obligando a ver. ¿No sería más correcto dejarlo correr? ¿Para qué joderle la mañana al resto de visitantes? Te los llevas a la playa o de compras de suvenires. Y a tomar por saco.

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