sábado, 3 de septiembre de 2011

Garrulos de crucero

Soportar a un garrulo, es cosa chunga. Pero aguantar a un garrulo con cuatro euros, es del todo imposible. Son gente crecida, seguro de sí mismos y de que su verdad es absoluta. Supongo que al tener la cartera llena se creen en un estatus superior, que le da pasaporte para que su palabra vaya a misa.
Muy a mi pesar, los acabo encontrando por todas partes. Es relativamente sencillo hacer de tripas corazón, reírle un par de gracias y luego olvidar por completo su existencia. Pero por desgracia, eso no siempre es posible. Hay especímenes que no puedes evitar.
El ejemplo que enciende mi ira lo tengo en el trabajo. Alguno de los tipos que más dinero ganan es fruto del eterno “estar en el lugar adecuado en el momento adecuado”. Una generación que está en los cuarenta y pico que tuvieron la suerte de pillar el buen momento de la empresa en que trabajo y de este modo promocionar económicamente de una forma que roza la vergüenza ajena.
Uno de ellos se ha empeñado en contarme lo maravilloso que ha sido el crucero que ha hecho con su churri. No se cuantas ciudades del Mediterráneo en una semana, con todo incluido y tal y cual. “Una pasada” por aquí “La comida estupenda” por allá, y frases por el estilo. Cuando el tipo me dejó meter baza en la conversación, le pregunté por la ciudad de Florencia. A lo que me responde algo así como “Buah. Las excursiones a las ciudades no me gustaron. Todo el día dando vueltas” y a continuación “A mi lo de visitar ciudades no me llama la atención”
En mi puñetera vida haré un crucero. Por un lado no lo puedo pagar, y por otro porque no es un tipo de viaje que me llame la atención. Pero me da rabia que estos especímenes que si los pueden hacer, no sepan aprovecharlo.
Dios se empeña en dar pan a quien no tiene dientes.

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